Miguel Russo emprende un viaje junto a Felipe y Pedro -sus dos mejores amigos- al Parque Torres del Paine, en el corazón de la Patagonia chilena. Es el último verano antes de salir del colegio y enfrentarse al futuro. Su vida, hasta el momento, ha sido tranquila, sin mayores sobresaltos ni sorpresas.
Con sus mochilas al hombro y ansias de aventuras, los tres jóvenes inician su larga caminata. Apenas comenzada la aventura, un encuentro inesperado pone a Miguel frente a un mundo desconocido para él. En medio de aquellos parajes de insuperable belleza, y casi sin advertirlo, emprende también otro camino que lo lleva a encontrarse consigo mismo.
En primera persona y de manera ágil y espontánea, Miguel Russo relata ese último año de colegio marcado especialmente por su encuentro con Almudena. Poco a poco irá comprendiendo que la vida es como un rompecabezas con millares de piezas, entre las que deberá elegir aquellas que lo ayuden a plasmar la más bella imagen.
Valor: $11.000
Hay viajes y viajes. Sí, porque los hay que pueden cambiar el rumbo de una vida, como le ocurre a Miguel Russo cuando aún le falta un año para terminar el colegio. Ahí, en las australes Torres del Paine, tiene dos encuentros inesperados –con un hombre mayor y una chica española– que le abren nuevas perspectivas. Se ve obligado a madurar y a tomar decisiones que se le presentan como distintas piezas de un mismo rompecabezas. Ese rompecabezas es su propio futuro. Con él, el lector también va enfrentándose a esas piezas que emergen una a una de las páginas de esta novela, dirigida especialmente a la juventud, pero ¿por qué no? también a generaciones que ya dejaron atrás esa etapa de la vida.
El autor va introduciendo al lector con habilidad en el mundo de Miguel y de sus amigos, que enfrentan aciertos y errores propios del diario vivir de toda existencia. La novela atrae la atención del lector de principio a fin. ¿Hacia dónde nos lleva? Cada vez las piezas del rompecabezas parecen ser más numerosas. Pero las alternativas obligan a decidirse, a personajes y lectores, solo por algunos de esos senderos.
Como he dicho ya más veces, entre las novelas para y sobre adolescentes abundan las llamadas «novelas de profesor»: relatos contados por alguien con experiencia en el trato con jóvenes, con personajes que intentan componer el rompecabezas de sus vidas cuando pasan por momentos críticos —con frecuencia el del primer enamoramiento, a veces otros conflictos personales o familiares—, y en los que los autores pretenden como poner a los lectores enfrente de un espejo para que vean que sus inquietudes las han tenido antes otros y así ofrecerles caminos de salida esperanzadores. Como corresponde a la biografía y a la formación de sus autores, suelen ser novelas escritas con cuidado, en las que los diálogos y las consideraciones que se hacen son como destilados de horas de conversaciones previas, mantenidas o escuchadas, y de ahí que haya formulaciones conseguidas que, siendo reales y convincentes, son difíciles de hacer en la vida cotidiana.
A este tipo de novelas —como Anagnórisis, Vigo es Vivaldi, El tesoro de Fermin Minar, por citar algunas de hace años que vale la pena conocer—, pertenece El gran rompecabezas, de Cristián Sahli Lecaros. Su protagonista y narrador es Miguel Russo, un chico chileno que, cuando viaja con sus amigos Felipe y Pedro al Parque Torres del Paine, en la Patagonia, conoce a una excursionista, Almudena, que resulta ser la hija de un diplomático español, y a un viejo danés solitario con una historia personal dolorosa. Progresa luego el enamoramiento entre Miguel y Almudena, y al mismo tiempo la narración nos pone delante los problemas que tienen Felipe —sus padres estuvieron separados un tiempo, no parece ir bien el trato con su novia, a su padre le diagnostican una grave enfermedad—, y Pedro —un chico alocado con problemas de drogas, alcohol y sexo, y con unos padres bruscos que no le ayudan—.
La novela está bien escrita. Para picar la curiosidad del lector se van dejando cabos sueltos que se atan más adelante. Como en la novela previa del autor, también aquí una enfermedad grave resulta decisiva para provocar un vuelco en la vida de algunos personajes. El mundo interior de Miguel está bien desplegado y su indecisión y sus enfados pueden llegar a resultar exasperantes. Tal vez resulte menos convincente o menos necesaria la figura del aventurero danés pero, en cualquier caso, añade otro punto de interés a la trama. Se apuntala la atención de algunos lectores con escenas de competiciones deportivas —de partidos de fútbol de Miguel, de carreras de vallas de Almudena—. Se dan también, y esto es muy típico de las novelas de profesor, lecturas que han gustado al protagonista —como La historia interminable o La dama de blanco, entre otras—, y hay quien le recomienda otras novelas con protagonistas jóvenes enamorados como Blanca como la nieve, roja como la sangre y Lo que el infierno no es.